“Le auguro que pueda realizar un viaje en la vida para llegar a la ciudad de Dios”. Fueron las palabras que el papa Pío IX le dirigió a nada menos que Oscar Wilde cuando le recibió en audiencia privada en 1877. Unas palabras proféticas, pues Wilde, poeta y escritor transgresor, amante de los excesos de todo tipo, encarcelado por su condición homosexual, se unió a la Iglesia católica poco antes de su muerte.
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